sábado, 25 de agosto de 2007

¡VENCISTE, GALILEO!

Acabadas las persecuciones y conseguida la paz para los cristianos por obra del emperador Constantino, un sucesor suyo, medio siglo después, Juliano el Apóstata, renovó de nuevo la persecución para acabar con el cristianismo y devolver al paganismo su protagonismo perdido en el Imperio; no logró su intento. Más adelante, en su lucha contra los persas, cayó herido mortalmente por una flecha enemiga; tumbado del caballo por la fuerza del impacto, agonizando sobre la dura tierra, dice la leyenda que se arrancó la flecha con la mano y la arrojó hacia lo alto rabiosamente gritando: “¡Venciste, Galileo!” Tras su muerte, el cristianismo volvió a ocupar su puesto decisivo en la vida del Imperio. Juliano erró el tiro; no se puede ir contra la historia, sin caer derrotado; y la historia ya no estaba en el paganismo, sino en la nueva religión cristiana que le superaba mil codos y se había ganado ya la admiración del mundo romano. ¡No se puede ir contra la historia humana y, menos, cuando a ella va aliada la ‘historia divina’!
Siglos más tarde, la misma Iglesia lanzó el mismo grito; después de intentar acallar la ciencia condenando a Galileo, ha reconocido su error y derrota: “¡Venciste, Galileo!” ¡No se puede ir contra la historia que va avanzando en sus conocimientos!
Los intelectuales de la Europa cristiana se revolvieron contra la fe en Dios, enemigo del hombre, cuya felicidad hace imposible, al oponerse a sus apetitos naturales; y sentenciaron: “¡Dios ha muerto!” Nadie podía figurar como intelectual si no hacía profesión de ateísmo. Bastó poco tiempo para que el hombre sin Dios mascara su fracaso existencial y social y naciera un retorno hacia la transcendencia, con el grito ”¡Dios a la vista!”. De nuevo en el corazón de Europa sonó el ‘”Venciste, Galileo!”
El Comunismo se propuso acabar con todo vestigio cristiano. Stalin, ateo comunista, cuando en plena guerra mundial, los jefes aliados propusieron invitar al Papa a formar parte de esta cúpula ‘administradora de la victoria’, se burló de la propuesta con esta pregunta: “¿Con cuántos regimientos cuenta el Papa?”. Si Stalin hubiera vivido para ver la ruina del Comunismo, debido en gran parte a la actuación de Juan Pablo II, hubiera gritado con más rabia que Juliano: “¡Venciste, Galileo!”. Y quizá hubiera entendido que las victorias mejores son las que se consiguen sin regimientos.
Si la ‘Aldea Global’ se sigue construyendo de espaldas a los valores evangélicos, nos llevará a situaciones de ruina quizá planetaria; he aquí la terrible responsabilidad de nuestra anémica Iglesia. La ‘única piedra’ válida es Cristo: o edificamos sobre esta piedra o nos estrellamos contra ella. ¿Hasta dónde tiene que llegar el sufrimiento humano para confesar, sin rabia, con humilde amor y confianza: ¡Venciste, Galileo!?
MATÍAS CASTAÑO

2 comentarios:

rob1984 dijo...

Y al final Juliano tenía razón: Galileo venció, porque venció la ciencia y la razón al teocentrismo cristiano, el paganismo nunca murió sino que siempre estuvo envuelto en una capa de dogmas semitas delante de nuestras narices, ni tampoco el cristianismo superó al paganismo sino que se fundó en sus festividades y rituales y se apoderó de sus dioses para convertirlos en santos porque de otra manera jamás hubiera podido imponerse en Europa, y es ese cristianismo de naturaleza intolerable e implacable que destruye cualquier cultura nativa que encuentra a su paso el que esta pagando ahora sus tropelías, Europa esta despertando y de nuevo estamos asistiendo a un renacimiento del paganismo en todo el continente, gloria a Europa, gloria a los dioses europeos.

Unknown dijo...

La revolución liderada por el galileo es sin lugar a dudas la que más marca no la historia de la humanidad si no la personal historia del hombre ese cambio de adentro para afuera buscando co. O dijo Pablo justicia paz y gozo